el campeón

07 junio 2004

Otro y Otro y Otro

Yo siempre había querido ser surrealista. El tiempo no me lo permitía. Un día el dentista, el otro día el pedicuro, el otro bajar en hombros todo un lote de la producción de maíz tucumana. Pero dejá las bolsas, ¿dale?
Al otro día (y este día de la historia puede ser cualquiera) desperté con dos más, y eran yo. Eramos yo. En fin, fue algo loco y errabundo. Porque yo antes pensaba. "No puedo ser surrealista solo, necesito de alguien que tome nota mientras sueño. Mientras sueño. Mientras sueño".

El tiempo lo dijo, con una voz ronca y vieja y muerta y hemipléjica: "A uno no le gusta el arte. El otro es agorafóbico. Siempre se queda atado a la cortina del baño, con una media en la boca".

Por eso se habla del "movimiento surrealista" y no de "el loco surrealista", o por eso se habla de "las barbas del choclo" y no de "los carbunclos del tío orestibiades".
Por eso es que hablo solo por las noches, porque uno come una media, el otro dice "ay, vos decís pelotudeces" y yo le grito "¡es poesía, es poesía!". Hace zapping. Pero empiezo a dudar que entienda algo. Hace zapping con el microhondas. Voy a molerlos a palos. Al otro.
Y al otro.

¿Me dolerá?

Les dolerá en sus estúpidas cabecitas de imbéciles paranormales. Y eso. Vi tres talonarios por un peso. Creo que es un buen precio. Uno para cada uno.


Goyo

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